miércoles, 8 de febrero de 2012

DELIMITACIÓN CONCEPTUAL


     Debido a que hemos escogido para este blog la discapacidad auditiva, lo primero que haremos será delimitar claramente este concepto, cuestión totalmente necesaria en la empresa que nos ocupa. Así, para definir la discapacidad auditiva, tenemos que recurrir necesariamente al C.N.R.E.E (Centro Nacional de Recursos para la Educación Especial), concretamente en el documento “Las necesidades educativas especiales del niño con deficiencia auditiva”, en el que establece la consideración de que sordera, deficiencia auditiva e hipoacusia se consideran sinónimos en la actualidad, pero en el entorno educativo se ha creído más práctico hablar de deficiencia auditiva y sordera como sinónimos, y reservar el término hipoacúsico a aquellos sujetos cuya audición, aunque deficitaria, es funcional.

     De este modo, se establecen 2 grandes grupos:

·        Hipoacúsicos: sujetos cuya audición es deficiente, pero de unas características tales que con prótesis o sin ellas, es aprovechable para la vida diaria y posibilita la adquisición del lenguaje oral por vía auditiva, aunque sea un lenguaje en el que se observen deficiencias de articulación, léxico y estructuración, mayores o menores en función del grado de hipoacusia.

·        Sordos: aquellos sujetos cuya audición no es aprovechable para la vida diaria y por tanto no posibilita la adquisición del lenguaje oral por vía auditiva, aunque sí puede hacerlo en mayor o menor grado por vía visual. Básicamente un niño es considerado sordo profundo si su pérdida auditiva es tan grande que incluso con una buena amplificación, la visión se convierte en el principal canal para la comunicación.

     Por otro lado, hay que señalar que la población sorda, al igual que pasa con los oyentes, es muy heterogénea, y para diferenciarlos, según Sánchez Hípola en 2001, hay que tener en cuenta distintos factores por su mayor o menor incidencia en el desarrollo cognitivo, lingüístico y social.

-         Grado de pérdida auditiva: Audición normal, def. Leve, def. Media, def. Severa y def. Profunda.

-         Edad de comienzo: Sordos postlocutivos (a los que la sordera les sobreviene después de haber adquirido el lenguaje oral) y sordos prelocutivos (antes de adquirir el lenguaje oral).

-         Etiología: Causas hereditarias o causas exógenas.

-         Localización de la lesión: Sorderas conductuales o de transmisión, neurosensorial o perceptiva, central y mixta.

     Así, tendremos que tener en cuenta todas estas variables a la hora de planificar nuestra intervención educativa, ya que por ejemplo con un alumno prelocutivo nuestro programa deberá de centrarse en la adquisición del lenguaje oral y en un alumno postlocutivo la intervención se basará en la lectura, como instrumento para enriquecer su propio lenguaje, con especial repercusión a las repercusiones socioafectivas de la sordera. 


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